Vamos a hacer primero una pequeña introducción definiendo algunos términos claves. La deuda pública es una variable stock, es el acumulado de deuda por las administraciones públicas año tras año. La deuda pública es parte de la deuda nacional, junto con la deuda privada, de las empresas, familias y entidades financieras. Actualmente la deuda pública es el 17% de la deuda total, mientras que la deuda de las entidades financieras es la mayor con el 34% (y eso despues de asumir el sector público parte de la deuda bancaria). La deuda total española es del 400% del PIB, unos 4,3 billones de euros. Menos de una quinta parte es deuda pública, el resto es privada. Es decir, unos 750.000 millones es deuda pública (75% del PIB).
El déficit público es una variable flujo, un resultado anual. Lo forman la diferencia entre los ingresos públicos menos los gastos público en un año, lo que llamamos déficit primario, menos el servicio de la deuda o pago anual de los intereses de la deuda acumulada. Esos intereses dependen de la deuda pública acumulada y del tipo de interés que se paga por ella.
El tipo de interés depende de la liquidez del mercado (cantidad de dinero disponible), actualmente baja, y del riesgo que los inversores intuyen en esa deuda, actualmente alta. El riesgo de país se mide con la famosa prima de riesgo, que es el diferencial entre el tipo de interés de un pais estable de referencia (Alemania) y España. La prima de riesgo se mide en puntos básicos que equivalen a un porcentaje, por ejemplo una prima de riesgo de 400 puntos básicos se adaptaría a un supuesto en que Alemania pagase un interés del 1% y España del 5%, distando entre ambos 4 puntos porcentuales, que son los márgenes en que nos hemos estado moviendo.
Profundicemos ahora en el desarrollo analítico. Partiendo de la Ecuación del Déficit Público:
G-T+rB=dB/dt + dM/dt, donde:
- G: Gasto Público (sin contar los intereses de la deuda)
- T: Ingresos Públicos
- r: Tipo de interés de la deuda Pública (B)
- M: Base monetaria
- dB/dt : Emisión de Deuda pública
- dM/dt: Emisión de dinero de alto poder
Derivando y aplicando logaritmos (procedimiento matemático que voy a obviar por tedioso pero que puede encontrarse en cualquier manual de política monetaria, como el De Grauwe), llegamos a la siguiente ecuación en términos relativos: b ̇= (g-t)+(r-x)b-m ̇, definiendo:
- g= G/Y ; Ratio gasto público/PIB
- t= T/Y ; Ratio ingreso público/PIB
- x= Y ̇/Y ; Ratio de crecimiento del PIB
- m ̇ = M ̇/Y ; Ratio crecimiento base monetaria/PIB
- b=B/Y (ratio deuda/PIB) y b ̇su tasa de variación interanual
O dicho de otra manera, si hacemos b ̇= 0, entonces el ratio de deuda respecto al PIB se estabiliza en torno a un valor constante y tenemos que: (r-x)b=(t-g)+m ̇, o sea, que si el tipo de interés es mayor que la tasa de crecimiento del PIB (r>x); es necesario que o bien el saldo primario (t-g) muestre un superávit suficientemente amplio (t>g) o que la creación de dinero (m ̇) sea lo suficiente alta (Señoreaje).
Bien, ahora vamos a ver que dice Eurostat sobre las variables que hemos estado manejando en el caso de España:
Déficit público total (incluyendo el pago de intereses o servicio de la deuda). Vemos como España ha tenido tres años de superávit y como a partir de 2008 comienza a crecer el déficit público, sobre todo vía déficit primario como veremos ahora.
Aquí está es déficit público en variables desagragadas. Vemos como el servicio de la deuda se mantiene en una franja estable pero el saldo primario cambia de tendencia y se vuelve deficitario a partir del inicio de la crisis. Hasta ahora todos los esfuerzos políticos se han centrado en reducir ese déficit primario, bien via ingreso subiendo impuestos, bien via gasto con los famosos recortes.
Aquí vemos como a pesar de todo, la deuda pública española sigue siendo inferior a la alemana y a la media de la UE-27 (incluso con el 75% que arrojó 2012). Sin embargo la prima de riesgo castigó a la economía española severamente, en lo que claramente eran ataques especulativos para subir artificialmente los intereses y por tanto los beneficios privados.
Respecto al tipo de interés, vemos que es inferior al de principio de siglo, pero hay que tener en cuenta el diferencial con el tipo de interés del BCE. Mientras en 2001 el BCE prestaba dinero al 4´5%, en 2011 lo hacía al 1%, luego las entidades financieras que obtenían este dinero del BCE y lo invertían en deuda soberana obtenían un diferencial del 1´1% en 2001 y del 2´9% en 2011, mucho más dinero.
Por último, la preocupante conclusión, el peso de la deuda en el PIB español ha crecido un 90´9% entre 2007 y 2011. Porque mantenemos un importante déficit primario, aunque se haya estabilizado, estamos pagando intereses de más por los ataques especulativos y además el PIB se contrae.
Con esos datos la deuda pública española se situa en un escenario de crecimiento explosivo (con tipo de interés medio superior a la tasa de crecimiento del PIB), o sea, como una bola de nieve que pendiente abajo crece por momentos. Con los datos de 2011, aplicándolos a la ecuación:
- Tipo de interés medio de emisión de la deuda (r)= 0,039
- Tasa de variación anual del PIB (x)= 0,004
- Déficit primario (g-t)= 0,07
- Ratio deuda/PIB (b)= 0,693
Pero es que hay una tercera variable importante que hasta ahora he considerado igual a cero por una cuestión de ortodoxia política, y es la creación de dinero (m ̇=0). El BCE, que tiene como objetivo fundacional el contener la inflación, se niega repetidamente a darle a la maquinita de hacer billetes, y ésto que podía ampararse en un halo de responsabilidad, se convierte en un sinsentido cuando el resto de economías importantes lo están haciendo.
España hubiese necesitado en 2011 un incremento de la base monetaria respecto al PIB del 9´4% para estabilizar la deuda. ¿Parece mucho? Japón acaba de anunciar un incremento del 100% en su base monetaria en dos años, o sea, piensa duplicar el dinero de alta potencia, una inyección de dinero equivalente al 30% de su PIB. Pero es que EEUU lleva años haciéndolo, tanto es así que desde 2007 la Reserva Federal ha incrementado su balance en un 233%. Y mientras el BCE sigue mirando al tendido cero, de tal suerte que España se está empobreciendo a la vez que mantiene la moneda más fuerte del mundo, todo un sinsentido.
Pero es que además, llegado el caso, la rígida norma del BCE de no inyectar dinero directamente a los Estados le traba su capacidad de intervención económica. Viéndose obligado a utilizar a los bancos de intermediarios, que sacan una suculenta y gratuita tajada de coger el dinero del BCE al 1% y dárselo a los Estados al 5%. Cuando no usan ese dinero para cubrir sus propias necesidades de liquidez, restringiendo la liquidez de los Estados, o lo usan directamente para especular, haciendo subir artificialmente las primas de riesgo. Y lo peor es que no hay ninguna justificación económica para este tipo de normativa más allá de la ortodoxia ideológica neoliberal, que por cierto se basa en supuestos de los años 70.
Además el BCE sigue manteniendo los tipos de interés incomprensiblemente mas altos que los países competidores. Así mientras la Reserva Federal hace ya tiempo que los mantiene en la franja de entre el 0% y el 0´25%, el BCE los tenía en el 1´5% en verano de 2011, lo bajó al 1% a final de año y hasta verano de 2012 no lo bajo hasta el 0´75% (Nota: unos días después de la publicación del post, el BCE bajó el tipo de interés al 0´5%, aún lejos del 0´1% de Japón, pero de cualquier manera me alegro del que el BCE me haga caso con tanta rapidez).
Mantener esa fortaleza en el Euro lo único que consigue es perjudicar la competitividad de la economía europea con el exterior, encareciendo las exportaciones. Y ésto es tremendamente importante, sobre todo para España, que ha decidido jugarse la carta de su recuperación económica únicamente al sector exterior. Con una agresiva política de reducción salarial, que busca la atracción de capital extranjero vía reducción de los costes laborales (cuando el problema de costes en España es fundamentalmente energético). Resulta que ese cruel sacrificio al que se somete a los trabajadores españoles se ve neutralizado por la política monetaria europea. A la vez que como consecuencia de esta política, y del desempleo, la demanda agregada interna (el consumo) cae en picado, y además el gobierno agobiado por cumplir los objetivos de déficit corta la inversión pública. Decapitando así de un golpe los dos pilares históricos de crecimiento de la economía española.
Nos estamos tirando piedras contra nuestro propio tejado, pero piedras de unas dimensiones considerables. El problema es que de seguir así vamos a terminar por destruir las bases de nuestra propia economía, y es treméndamente estúpido, porque estamos siguiendo los pasos de Grecia, hasta los alemanes se están dando cuenta, y aquí nadie dice nada, cegados en esa especie de fe mitológica en las bondades de la UE y de Maastricht.