miércoles, 15 de enero de 2014

No es otra crisis, es un nuevo modelo de acumulación


Los beneficios empresariales alcanzan en 2013 su máximo histórico en un tercer trimestre. Es un titular que a uno le hace pensar ¿pero no estábamos en crisis? Entonces recuerdo los 6 millones de parados y paradas, los salarios a niveles de 2003, los recortes sociales... y la pregunta pasa a ser ¿pero crisis para quién?

Y es que esta crisis, que dura 6 años y no se le ve fin, tiene algunas curiosas particularidades respecto a las anteriores. Una crisis normal dibuja una U en la senda del PIB, la producción cae y luego se recupera y crece. Las empresas reducen sus márgenes de beneficio, algunas cierran, las menos eficientes. El consumo cae por la desconfianza de los consumidores, a la vez que aumenta el ahorro. Lo normal de una crisis cíclica del capitalismo.

Aquí la crisis empezó así, pero a estas alturas ya es otra cosa. ¿A qué me refiero?

  • Caída y recaída del PIB; de la U a la L:

Pasamos nuestra U entre 2008 y 2011. Luego, coincidiendo con las primeras medidas del gobierno de Rajoy, la economía volvió a caer y dos años después parece que la caída ha parado, pero no crece, se estanca, en lo que se conoce como una salida en L.Y como con esas tasas tan bajas no se crea empleo, la salida técnica de la recesión que tanto pregona el gobierno, en realidad, no va a cambiar la grave situación social del país.




  • El consumo ya no es cuestión de confianza; Del no querer al no poder:

El consumo sí ha caído, un 3% estos dos años, registrando la Demanda Agregada nacional una caída de 10 puntos desde 2005. Sin embargo no se debe a la desconfianza. Lo fue al principio de la crisis, cuando se compensaba con el incremento del ahorro, pero no ahora, cuando el ahorro también cae y a lo que asistimos es a la disminución de la Renta Disponible de los hogares. O sea, al empobrecimiento generalizado de los trabajadores españoles.




  • Beneficios empresariales en expansión; ¿Crisis para quién?:

Que los salarios son cada vez más bajos es algo muy evidente para cualquier español que no sea el ministro Montoro, (que a la vista de los datos, o miente o hay una desaceleración en la veracidad de su discurso). Las rentas salariales han retrocedido 10 años en el tiempo hasta colocarse al nivel de 2003. Y la tendencia se mantiene, pues Al 2,6% de reducción de los costes laborales unitarios en 2013 se sumará otro 1,3% previsto para 2014.



Bajando además especialmente en los tramos salariales más bajos, los de los trabajadores y trabajadoras no cualificados, y llegando, por el contrario, a subir hasta un 7% en el caso de los altos directivos. Incrementando la brecha salarial y la desigualdad.

Sin embargo, con las rentas del capital pasa todo lo contrario. Los beneficios has aumentado un 29%. Cada vez mayor parte del PIB, de todo lo que se produce, va a parar a los bolsillos de los y las capitalistas y menos a los de los trabajadores y trabajadoras. Hasta el punto de que por primera vez, en 2012, el total de beneficios fue mayor que el total salarial. Teniendo en cuenta que los beneficios se los reparten entre unos pocos y los salarios entre muchos.




No parece, por tanto, que a la clase capitalista española le vaya nada mal con la crisis. De hecho, asistimos a noticias como el incremento del número de millonarios en un 13% en 2012, o el incremento del gasto en consumo de productos de lujo en el país en un 15% ese mismo año, 2012, el año de la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes en situación irregular. Una España que muere y otra que bosteza, que diría Antonio Machado.

 Y no parece que sea casualidad que sea precisamente España, el país desarrollado donde más graves son las agresiones que se están cometiendo contra los derechos civiles y laborales, donde peor es la situación de los trabajadores y trabajadoras y donde al mismo tiempo mayor es el crecimiento del beneficio empresarial (excedente bruto de explotación).


Este es el verdadero objetivo de la reforma laboral del gobierno. Crear empleo no debe ser cuando lo que ha conseguido es un millón y medio más de parados y paradas. Pero incrementar las tasas de beneficios a costa de bajar los salarios, eso lo ha hecho sobresalientemente.

El resto de la política parece en la misma linea, cuando se rescatan bancos y se denuncia la ley antidesahucios andaluza. Los impuestos que pagan los hogares suben un 3,6%, el de sociedades que pagan las empresas desciende un 16%, en términos reales en el tercer trimestre de 2013. Y así todo.


  • Un nuevo modelo de acumulación:

Cabría pensar que se está aplicando la misma receta neoliberal de los años 80. Más productividad y menos salarios para incrementar las tasas de beneficios. Sin embargo hay un elemento novedoso. Esta tendencia se está dando muy rápido y sin crecimiento económico. 

Si la economía no crece, si no se crea nueva riqueza, ¿de donde salen estos nuevos beneficios?. En otras palabras, desde los años 80, con la receta neoliberal, la tarta que producíamos cada año era cada vez más grande. Los obreros y obreras, a pesar de ello, no incrementaban su porción, que era constante, mientras los y las capitalistas se quedaban toda esa nueva tarta. Había un reparto desigual, injusto, de la nueva renta creada. Pero el trabajador seguía manteniendo su nivel de vida.

Ahora sin embargo la tarta no crece, de hecho es más pequeña. ¿como es que la porción capitalista es más grande? Porque se están comiendo nuestro trozo de tarta y nos dejan solo unas migajas. Esto ya no es un reparto desigual, es un robo.

En palabras del catedrático de economía aplicada, de la Universidad de Sevilla, Manuel Delgado Cabeza: "Hemos entrado en un régimen de acumulación por desposesión, lo que acumula el capital es apropiación de riqueza ya existente".

Así, los bancos se han hecho con un un extenso patrimonio inmobiliario, pero no han construido nada, son las casas de las familias trabajadoras desahuciadas. Igual pasa con los que antes era patrimonio colectivo, social, los recursos que el Estado destinaba al sostenimiento del estado del bienestar y ahora van a parar a manos privadas vía rescate bancario, déficit de tarifa eléctrica o intereses de deuda. Y en definitiva, los salarios que desaparecen y van a parar directamente a la cuenta de resultado. 

El problema es que esta estrategia además de indigna y criminal, es totalmente miope porque el saqueo del país a corto plazo va a terminar destruyendo las bases de la economía e imposibilitando la recuperación durante décadas. El 96% de nuestro PIB depende de la demanda agregada interna, que depende del consumo y el gasto público, y que por tanto se ve muy afectada negativamente por el empobrecimiento generalizado y la austeridad. Si los dejamos, si permitimos que se salgan con la suya, acabaremos con un país paralizado y pobre, y unos cuantos rentistas con abultadas cuentas en Suiza. Su salida a la crisis no es una salida, es un pozo.