Ecuador tenía una inmensa deuda pública que devoraba ingentes cantidades de recursos necesarios para el desarrollo del país. Entonces el gobierno de Correa comenzó a insinuar que el país podría ir al default y no pagar. Calificó la deuda como deuda odiosa e ilegítima, explicó que primero sería la vida y el bienestar de los ecuatorianos y luego la deuda, se enfrentó abiertamente a las amenazas del FMI. Su alineación con los países antimperialistas del ALBA hizo que los medios de comunicación propagasen con gusto estos rumores, pensando que atacaban el proceso revolucionario.
Sucedió entonces que los poseedores de títulos de deuda soberana, temerosos de perder su dinero, acudieron en masa al mercado secundario intentando venderlos a la baja, por el considerable incremento del riesgo, para recuperar al menos parte de su inversión. Y en ésto llegó el gobierno ecuatoriano, que previamente había recuperado el control político del Banco Central, y de manera secreta, recompró un tercio de su deuda, pero un 70% más barata y luego la abolió.
Gracias al conocimiento del funcionamiento de los mercados financieros, Ecuador consiguió una quita del 70% con el proporcional ahorro de intereses, sin necesidad de negociar con ninguna troika, ni pedir rescates, ni acometer recortes, ni refinanciar. Todo perfectamente legal y respetando las reglas del juego. Una jugada maestra, a la altura de las que realiza George Soros para ganar millones hundiendo bolsas con movimientos especulativos, solo que para todo lo contrario.
Pues bien, hace unos días leo que activistas de Occupy Wall Street han comprado deuda personal, principalmente facturas sanitarias, por valor de 15 millones de dólares en el mercado secundario para luego abolirla y liberar a los deudores. A través de una campaña de sindicación de donativos llamada Rolling Jubilee, reunieron en un año la cantidad de 400 mil dólares, con los que compraron deuda por valor de 15 millones. Una proporción de 20 a 1.
La lógica es la misma, personas que no pueden pagar sus facturas y compañías que acuden al mercado secundario a revender a la baja sus derechos de cobro. La lógica del mercado es que la compren compañías de recobro o "gestión de activos de difícil cobro", que con amenazas, presiones y embargos de rapiña intentan conseguir el dinero. Pero aquí es el pueblo organizado el que acude con el objetivo de liberar a las familias. 2.693 personas de todos los EEUU y Puerto Rico se han beneficiado de esta campaña, en un país en el que el 62% de las bancarrotas personales vienen por las facturas médicas, y donde no pagar éstas facturas equivale a no tener acceso al sistema de salud.
En España, la deuda de los hogares asciende a unos 800.000 millones de euros (de los que el 77% corresponde a deuda hipotecaria). Esto es un 800% más que en 1996 cuando Aznar entra a la presidencia. Intrigado por ver como se está comportando esta deuda en el mercado secundario, encuentro lo siguiente:
El mercado secundario de deuda privada español se denomina AIAF. Ahí se negocian distintos activos a corto, medio y largo plazo, entre los que destacan pagarés de empresas, bonos y obligaciones y las tres partidas que he recogido en la tabla. Hipotecas, bonos con deudas privadas titularizadas y las famosas preferentes.
El caso de las preferentes es distinto, porque aquí la posición del afectado es la de acreedor, no la de deudor, pero lo traigo igual por el significativo incremento del volumen de negocio en el último año, fruto en parte de la presión social y las primeras sentencias judiciales. En cualquier caso lo dejo pendiente para un futuro análisis con mayor profundidad.
Respecto a las deudas en sí, vemos como la crisis ha hecho que los poseedores de deuda privada acudan masivamente al mercado secundario a venderla. Lógico a tenor de los sucesivos repuntes de la morosidad bancaria, por encima del 12%, en su máximo histórico. Suponiendo el año 2011 un auténtico record de compraventa de estos activos.
Pero ¿Quien compra esta deuda? Decía Emilio Botín hace unas semanas en Nueva York que este era un momento fantástico para España porque estaba llegando dinero a espuertas. Efectivamente los fondos extranjeros están incrementando sustancialmente sus inversiones en España. Pero son un tipo muy particular de fondo quien está realizando estas operaciones, los conocidos como fondos buitres. Fondos depredadores que vienen a la rapiña de un país en liquidación, a aprovecharse de las gangas, buscando descuentos del 50 o el 60% en activos tóxicos.
Y entre estos activos, sus preferidos, además de las propiedades inmobiliarias, son las deudas, y en concreto las hipotecas. Dado que la draconiana legislación española hace que sea más sencillo evadir la muerte que a las deudas. Éstas son imprescriptibles y ni siquiera la insolvencia te libra de ellas. Por no hablar ya de la ley hipotecaria, donde ni el desahucio de la casa te libra de la deuda.
Es por eso que cualquier modificación de la ley hipotecaria, como la dación en pago, se ve como una amenaza tremenda por Bruselas y el propio gobierno, porque pone en riesgo los intereses de estos fondos extranjeros y su interés por el mercado español. Y por eso los decretos como los de la Junta de Andalucía para parar los desahucios son inmediatamente recurridos para dejarlos en suspenso.
Decía Mao que ninguna revolución triunfa sin usar las armas del enemigo. Y a veces parece mas sencillo comprender el funcionamiento de un fusil de asalto que de los mercados financieros. Pero no lo es, solo que lo hacen parecer complicado para que permanezcamos ignorantes a sus manejos. Recuerdo una conferencia del profesor Jose Luis Osuna en la que contaba como el juego del Monopoly estuvo prohibido en sus orígenes en los EEUU porque daba una versión peligrosamente simplificada y clara de la econonomía.
La deuda se puede abolir si se quiere, no consintamos que la pongan en manos de usureros internacionales, o cualquier día veremos como subastan España en Energy cual trastero tejano.